un dia sentado,
en la escalera,
quieto sin hablar,
vi o halle,
a un angel,
entre las hojas de un naranjo amargo,
me hizo ver,
son sesenta y cinco
buscando una sombra
que no se deja coger
me recordo que otro
ciego sentado junto al mar
seguia tal vez
soñando o despierto
en el umbral
sin saber que el cuarto
sentado en el anden esperando
sus alas
mas subir y quedarnos dormidos
y al alba volveremos a sentir
que esa llama
nunca se apagara
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