El hoyo.

Correteaban por el prado. Había rocío en la hierba, por lo que estaba resbaladiza.

Desde la casona se oían voces de llamada, a las que Greta y Juan hicieron caso omiso.

De súbito, Greta resbaló y fue a caer en un hoyo. Comenzó a pedir auxilio,pero Juan no parecía poder hacer nada; tan hondo era el agujero.Hondo y oscuro.

Greta comenzó a gemir, a llorar, y Juan encontró una rama con la que intentó sacar del agujero a Greta. Pero era vano intento, pues la rama estaba mojada y las manos de Greta resbalaban una y otra vez. Hasta que la rama, fina y rígida, quebró.

Juan pensó en ir a la casona a dar noticia del suceso, pero temía la regañina y en un abrir y cerrar de ojos, saltó al agujero para poder así sacar, o por lo menos acompañar a Greta.

Una vez dentro Juan intentaba consolar a Greta. Desecharon la idea de llamar por el móvil a la casona y comenzaron a explorar lo que era una cueva. Constaba de un pasillo a modo de galería y empezaron a recorrerla.Al rato dieron con una sala enorme que pudieron ver gracias a la linterna del móvil.Había estalactitas y estalagmitas, y mucha humedad.No quisieron,por miedo,seguir caminando.Y dieron marcha atrás, volviendo por donde habían entrado.

Desde la casona seguían llamándolos,pero ya no se escuchaban las voces.Juan decidió hacer una llamada a su madre y le contó lo sucedido.Como no sabían el lugar decidieron avisar a la policía,que llegó en unos minutosy se puso a inspeccionar la zona.

Al fin dieron con el hoyo y lograron sacar a Greta y a Juan sin un rasguño.Todo había quedado en un susto, pero Greta y Juan acababan de descubrir una cueva.