desde que,al agacharse,poso sus senos en la mesa,una tormenta de deseos estallo en el.Hacia tiempo que no estaba con una mujer y aquel detalle basto para colmar sus expectativas.
Que hermosas curvas debia esconder aquel opulento cuerpo bajo las ropas.La imagino desnuda.Entonces el deseo se agito en el como cria de animal.Un calorcillo subio hasta su rostro y abrio los ojos.Todo era un deseo.
JOSE LORENTE.
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