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BLOG DE LA CT SANTA CLARA. HOSPITAL VIRGEN DEL ROCÍO
"Un blog hecho por todos y para todos"
miércoles, 7 de marzo de 2012
CUENTO: “YO, LA PALOMA RAMONA”
Hola yo soy Ramona, y estoy cansada de Raimundo: ¡vaya plomo de palomo¡ para cortejarme, siempre me enseña su buche, y venga curruqueando delante mía, y venga para atrás, y venga para la izquierda, y venga para la derecha. Me ponía la cabeza tan mareada, que yo terminaba hincando mi pico en el suelo, disimulando haber visto alguna cosa.
Para mí era más una molestia, que una alegría.
Yo residía en Sevilla, en uno de los árboles del Parque María Luisa, pero disfrutaba mucho volando por toda la ciudad. Cuando estaba triste, me iba al casco antiguo, me posaba en la catedral y en los edificios, y veía los coches de caballos pudiéndome guardar de la lluvia, y los días de sol, encima de las piedras calentitas, me suponía un gran relax…….
Es cierto que la ciudad me la conocía mejor, cuando le fui perdiendo miedo a las cosas y adquiriendo seguridad.......
Yo siempre, incluso antes que pudiera volar fuera del nido, le contaba a mis padres que yo sólo conocía Sevilla, y que con lo grande que era la tierra, quedándose siempre en el mismo lugar, y no viajando a grandes distancias, no podías presuponer un amplio conocimiento de la existencia, o sea, una amplitud de miras…
Mi madre me decía:
¡Claro!, ¡pero tienes que aprender a volar primero!
Mis amigas se fueron casando, y yo cada vez me sentía más sola, porque me entristecía ir sola a divertirme, así que cuando Raimundo me propuso un emparejamiento, lo acepté de buen grado.
El propuso la idea, de que nos fuéramos a vivir a uno de los árboles del Parque De Los Príncipes, porque decía que tenía un nombre muy bonito, yo creo que pensaba así por lo presuntuoso que era.
Fue, lo más bonito que me había pasado en la vida. Había que esmerarse.
El nido tenía que ser tranquilo y seguro. Yo me fiaba de Raimundo para que él escogiera el lugar exacto, pero las mejores ramas casi siempre las encontraba yo. Luego todo fue esperar, él me pisaba una y otra vez, pero no contestaba, me volví y cayó al suelo. Yo sabía que no era muy joven, pero tampoco sabíamos que tenía malo el corazón. Yo le daba con las patas, rozaba su pico con el mío, pero nada.
A mí me hizo gracia, que ahora no sólo no tendría palominos sino tampoco pareja.; ¡qué suerte que tengo!. Me llevé un mes sentada en el nido pensando hacer dos cosas: o volver a sentirme mal por estar sola, o disfrutar de mi soledad. Puedo ver otros lugares y disfrutar haciéndolo, pero antes, tengo que ir perdiendo mis miedos, ¡con lo mansas que somos las palomas!, ¡más me vale ir por ciudades, en vez de campo!, porque yo no quiero ser comida de ningún animal hambriento.
El caso es que lo vi todo, no sólo ciudades, sino también, ríos, arroyos, fuentes, campos a través, praderas, veredas, bosques; cuando veía la naturaleza ¡tan hermosa! y templos ¡muchos templos! etc., que habían construido los hombres, me dije a mí misma: ¡y yo! ¡Infeliz de mí, que me casé sin estar enamorada! Y ¡lo mejor que me podía pasar es que se me muriera el marido sin críos!.
He conocido muchas personas, lo que comen, las costumbres que tienen, las tradiciones, el folklore; Y así fue mi vida…. pero me ha llamado mucho la atención, una historia que me han contado, de que ayer en el río Jordán, justo cerca de dónde yo estaba, bajó del cielo una paloma de forma extraordinaria, y habló a los humanos y éstos lo entendieron, y dijo: ¡Este es MI HIJO, EL AMADO MI PREDILECTO, escuchadle!
Yo me pregunté a mí misma ¿Cómo puede una paloma dar órdenes a tantos humanos? Algo en mi corazón, me dice que cuando me muera, la veré y me quedan pocas horas de vida, voy a volar hacia el desierto, para morir allí feliz y cansada.
Adela Mª Calvo Caballero 13- marzo del 2007
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