Mis dedos,frágiles apéndices de mis extremidaddes superiores se hunden en la procelosa ciénaga de tu cuerpo.Fruto aún no marchito de tu mirada de hembra,recojo el iris de tu mirada oceánica e iniciamos una cópula procaz, devolución, de besos con labios lanceolados de ti, gacela mía.No comprendía yo por otra parte,cómo, mientras hacíamos el amor,enmascarado de una batalla de goznes,risas, pedos y más excrecencias, las hormigas no acababan de horadar con sus hileras el mantel de mesa de camilla. El telediario no acababa de decir tonterías y la imagen parecía una mitocondria
JM.RAYA
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