
SE NOS FUE UN GRAN POETA.....
Cuando Juan Gelman era niño su madre le contó muchas veces el mismo cuento. Había una vez un día, como cualquier día, en que una araña se encontró a un ciempiés en lo más profundo del bosque. “¿Cómo haces para caminar?”, le preguntó. “¿Mueves primero las cincuenta patas de la izquierda y luego las cincuenta de la derecha? ¿O veinte y veinte? ¿O diez y diez?”. El ciempiés se puso a pensar la respuesta… y ya no caminó nunca más.
Gelman recordaba esta historia cada vez que le preguntaban por qué escribía. O cómo concebía su poesía. Aunque estaba casado con una psicoanalista, no le gustaban demasiado esos ejercicios de introspección. Y prefería para algunas cuestiones intrincadas, las respuestas más sencillas. “El poema sale como sale. Cuando se escribió, murió. Si lo retoco me siento traicionando....
Juan Gelman le entregó en México a Joaquín Sabina en secreto, como dice el cantante y poeta, este poema último sobre los últimos tiempos de su vida, sobre la que se avecinaba. Es un inédito testamento conmovedor en el que no falta el hondo humor, cabal, del poeta que acaba de morir. Se lo dedicó a Sabina, escrito a mano.
Verdad es
Cada día
me acerco más a mi esqueleto.
Se está asomando con razón.
Lo metí en buenas y en feas sin preguntarle nada,
él siempre preguntándome, sin ver
cómo era la dicha o la desdicha,
sin quejarse, sin
distancias efímeras de mí.
Ahora que otea casi
el aire alrededor,
qué pensará la clavícula rota,
joya espléndida, rodillas
que arrastré sobre piedras
entre perdones falsos, etcétera.
Esqueleto saqueado, pronto
no estorbará tu vista ninguna veleidad.
Aguantarás el universo desnudo.
Juan Gelman
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