La Navidad más extraña comienza a tomar forma en nueva York, que año tras año se vuelca en ella. El gigantesco abeto noruego de 23 metros ya está colocado en la clásica Rockefeller Plaza de la gran manzana, como sucede desde 1931, pero este año el público no se ha podido amontonar, como otras veces, para verlo. Se estima que más de 125 millones de personas visitan el Rockefeller Center durante la temporada navideña cada año; pero este año muchas de las actividades habituales han sido canceladas por la pandemia. "El árbol de Rockefeller Center representa la época navideña, pero también ha sido un símbolo de esperanza, resiliencia, y el imperecedero espíritu de Nueva York, desde la Gran Depresión, el 11 S. la supertormenta Sandy y hasta hoy". El abeto será decorado con unas 35.000 luces LED y con cristales Swaroski, y después de las navidades será reciclado y la madera resultante donada a la ONG Habitat forr Humanity como es la tradición desde 2007, cuando fue utilizado para construir una residencia en Pascagoula, Mississippi para los supervivientes del huracán Katrina.
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