Era color ambarino,olía como a azahar y era insípido.Al primer sorbo ya noté que el corazón se me aceleraba y pensé en dejar de tomarlo,pero confiaba ciegamente en el doctor.Le dí un segundo sorbo y casi lo terminé,pues era poco menos que una ampolla medicinal.El corazón seguía latiendo deprisa y terminé de tomarlo de un tercer sorbo.
Pensé que si el corazón había reaccionado de ese modo,las pupilas estarían dilatadas y fui a mirármelas al espejo.Pero,oh,cual fue mi sorpresa al ver que no me reflejaba en el espejo:me había vuelto invisible.Al principio me asusté, por la rapidez del efecto y su consecuencia.Pero ahí estaba yo,frente a un espejo que no reflejaba mi cuerpo.
Decidí salir a la calle.Los viandantes no me miraban y temía tropezar con alguno por no verme.No podría ayudar a anciana alguna a cruzar la calzada.Las palomas y gorriones pasaban y se posaban a unos centímetros de mí.
La verdad es que no me sentía mal:el ritmo del corazón había vuelto a la normalidad.Lo único extraño es que no se me veía.Pensé en aprovechar mi nueva situación para hacer algo especial,pero no se me ocurría nada:nunca había pensado en la posibilidad de ser invisible.
Fuí al parque y me senté en un banco;al lado,palomas comían nigas de pan que alguien les había echado.Pasó un niño y las espantó.Le recriminé el acto,sin pensar que no me podía ver,pero resultó que tampoco eran audibles mis palabras.Esto era el colmo:no se me veía ni tampoco se me oía.Invisible e inaudible.Qué extraño.
Al día siguiente fuí,ya visible,a la consulta del doctor,al que le expliqué lo sucedido.Tras una sonrisa condescendiente el doctor me dijo que todo había salido como estaba previsto.Que la poción era el resultado de años de búsqueda y esfuerzo y que yo había sido solamente su cobaya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario