Quizás no supe entender para qué me querían.
O quizás no me lo quisieron explicar.
De repente, filas y filas.
Y yo en medio de todo aquello.
Me habían separado de mi familia.
Me habían obligado a servir.
Vanas palabras que siempre estarán en mi cabeza.
Las palabras son innecesarias cuando te dan un arma.
Destrucción por todas partes.
Quería huir, pero mis piernas seguían avanzando.
No tenía nada que demostrar.
Simple supervivencia, o mato o me matan.
Y así comenzó el odio.
Odio por todo ser humano.
¿Qué demonios se supone que debo hacer?
Deseo con toda mi fuerza volver con mi familia.
Volver al lugar donde pertenezco.
No sirvo para estar aquí, pero me lo imponen.
Agobio de verme rodeado de armas.
Agobio de verme rodeado, sin salida. ¿Qué merezco?
¿Merezco morir por una guerra que no es la mía?
Batallas ganadas, otras perdidas.
Y el odio se va acrecentando.
Soy sólo un títere en manos de los poderosos.
Cada vez mi familia está más lejos, sólo un vago recuerdo.
La esperanza cada vez es más lejana.
No sirvo para estar aquí, en medio de esta guerra.
Pero mis pies siguen dejando su rastro cruel.
Crueldad. Odio. Ansiedad. Miedo...
Las cadenas que me atan son irrompibles.
Sólo veo gente, ¡personas muertas!
Y mi cabeza dice que ellos son el enemigo.
Pero en realidad son tan humanos como nosotros.
¿Por qué? ¿Por qué he olvidado todo lo bueno?
El miedo me impide dejar de matar.
Soy cruel, inhumano... Ahora sólo hay odio.
Ojalá nuestros rifles fueran palomas en libertad.
ISA ANSEDE
1 comentario:
Muy bien expresado el proceso de deshumanización. Increíble Isa!
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