LA MAR QUE PERDIMOS
La
vida siempre es un camino ascendente,
pero
a mitad del camino,
a
veces, ya no venos el cielo, ni la tierra,
es
el momento de cruzar las manos
y
elevar los ojos a esa dicha que cruza fugazmente
como
un cohete o bólido
o
como una estrella que se dejó caer del universo,
para
que aprendas sin saber cómo hacemos tan arduo
aprendizaje
y no sabemos qué hacer cuando encontramos
la
perfecta consumación de esta aventura
que
llaman muerte o vida,
los
dos extremos de la misma llama.
Y
yo ya no sé como llevarlo a una cueva o a una madriguera
para
tocar las cosas en sus almas e historias.
Soy
la historia de un alma que cayó desde un mundo
oculto
y completado,
he
aquí el desánimo y he aquí esta prueba
donde
la noche cubre con sus alas oscuras
el
inmenso advenimiento de la dicha
que
viene subiendo como un tropel de furia
hasta
que amansan las fieras sus escondidos ojos
y
viene a verne el Señor de las Tinieblas
y
me encuentra desnudo y oscuro
como
el oscuro presagio de las hojas desnudas
de
la mar que perdimos.
4
de Abril de 2018. FRANCISCO JAVIER GÁMIZ GONZÁLEZ
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