MIZU

HABIA ESPERADO CON IMPACIENCIA LA LLEGADA DE ESTE DIA, EL NUMERO 7 DE LA ERA 7 Y MULTIPLICADO POR 47. MI ZUBIDA A AQUEL TREN FUE UN VERDADERO ERROR, PUES YO QUERIA VIAJAR A SAN PETESBURGO, Y EL BILLETE QUE ACABÓ ENTRE MIS MANOS ME PERMITIA DIRIGIRME A TODA VELOCIDAD CAMINO DE ESTOCOLMO. AL MONTARME EN ESE TRANVIA, TUBE LA MISMA INSEGURIDAD QUE TENIA CUANDO ERA UN NIÑO, LA MISMA, PORQUE NO ERA CAPAZ DE ADMITIR QUE ME HABIA EQUIVOCADO DE TREN. SUPERANDO EL MIEDO COMO PUDE, ME FUI DESPIDIENDO DE MIZU LO MAS CORRECTAMENTE QUE SUPE. DALE UN SALUDO DE MI PARTE A TODA LA TROPA, LE DIJE. NO DEJES DE LLORAR, LE ROGUÉ. AGRADECE TU LIBERTAD, CONCLUÍ. CUANDO YA SOLO QUEDABAN DOS PARADAS PARA QUE LLEGASE EL TREN A SU DESTINO, LE PEDI A AQUELLA LOCOMOTORA QUE PARASE PARA PODER PRONUNCIAR MI ULTIMO ADIOS. DE FORMA SENCILLA Y HUMILDE, PRONUNCIÉ LA MISMA ORACION DE SIEMPRE, EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPIRITU SANTO... NO HAGASE MI VOLUNTAD SINO LA TUYA. MI TRAYECTO HABIA CONCLUIDO, MIZU SEGUIA DORMIDO Y NO QUISE DESPERTARLE DE SU SUEÑO. Luis A.