PEPA BUENO

Con permiso del debate catalán, hoy merece la pena detenerse en los presupuestos del Estado para el año que viene. No porque las grandes cifras sean llamativas, no hay sorpresas, el gobierno sigue siendo optimista en sus previsiones de crecimiento e ingresos, y al menos sobre el papel, no se da por enterado de las señales de estancamiento que llegan del resto de Europa. Por eso, porque las grandes cifras tendrán que sufrir el contraste con la realidad, merece la pena detenerse en las pequeñas, en los márgenes de maniobra que sí tiene el gobierno, en las prioridades y las apuestas. En qué gastamos lo poco que tenemos, lo poco que nos deja la prioridad del déficit.

Por ejemplo, el gobierno liquida de un plumazo el presupuesto para educación compensatoria, recorta el 90% del dinero destinado a combatir la desigualdad, a evitar que razones económicas, étnicas, sociales o de cualquier otro tipo vaya dejando niños españoles en la cuneta. Por ejemplo, hace poco les contábamos que las estadísticas oficiales aseguran que los jóvenes que han disfrutado una beca Erasmus tienen un 23% menos de paro que el resto. Pues la partida de las Erasmus se congela, y también la de las becas generales, mientras nos devanamos los sesos buscando la manera de acabar con el paro juvenil. ¿Alguien lo entiende? Por ejemplo el gobierno reconoce que hoy hay millón y medio más de personas que utilizan los servicios sociales, pero el dinero para atenderlos no crece, es el mismo.

Sí, luego están las grandes cifras y los grandes análisis, pero en estos pequeños detalles está la foto del país que estamos construyendo, el país que seremos.