¿Qué puede haber más relajante que un paseo por la orilla del mar? Pocas cosas se pueden comparar a las sensaciones que aporta el sol, el sonido de las olas del mar y caminar por la arena. Resulta placentero y muy beneficioso para nuestra salud, haciendo algunas salvedades.
En primer lugar cuenta con todas las ventajas que supone andar descalzo, una tendencia de nuestros ancestros que actualmente es tendencia. Vuelve a estar de moda el Barefoot, un deporte que surgió en los años 50´ y que consiste en correr y andar descalzo.
Y si es en la playa mucho mejor, mejora la circulación sanguínea, activa la circulación linfática y actúa como exfoliante natural de la piel. Además el agua marina tiene la virtud de contener minerales (yodo y sodio) que previenen el envejecimiento, así como las olas tonifican los músculos gracias a su movimiento.
Pero ojo, también es fundamental tomar precauciones. La arena, cuanto más blanca, más refleja la radiación ultravioleta, muy dañina para nuestra piel. Y una cosa es tener un bonito bronceado y otra muy distinta sufrir peligrosas quemaduras.
La protección solar debe ser nuestra gran aliada, así como es aconsejable cubrir la cabeza, hidratarse convenientemente y mover las manos y los brazos de vez en cuando para evitar que se hinchen.
Especial precaución también hay que tener con los hongos, bacterias y parásitos que pueden dar lugar a infecciones en playas de ríos de agua dulce o en zonas con contaminación fecal. El riesgo de contagio es mayor en zonas tropicales con alta humedad y temperatura que ayudan a su proliferación.
Quien no recuerda con verdadero placer el andar por la arena de la playa?
(prensa)
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