La niña pasaba cada día, camino del colegio, por el mismo escaparate de la juguetería. En él había una muñeca que era de su atención. La deseaba.
Hizo que su madre le hiciera un vestido igual al de la muñeca. Y con él se paseaba / pasaba por delante del escaparate reflejando en el cristal su gemelogía.
La niña era feliz pareciéndose a su muñeca. Y así, con sus mismos rubios tirabuzones, la niña era la feliz muñeca del recreo de su colegio.
Saltarina, dicharachera, vital, la muñequita más alegre de la avenida.
"Si deseas lo que eres y eres lo que deseas, acabaras por parecerte mucho a un reflejo."
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