ENTRE LA TIERRA Y EL MAR
En la ciénaga del teclado me sumerjo
haciendo saltar la sanguijuela de la resignación, el delfín del
tedio, la deshonra o el orgullo... y quizás algunas cosas más.
Desde esta vanidad de cristales limpios que tengo delante de mis
ojos, en este centro cívico, recreo de mis horas muertas, cenáculo
de risas estentóreas, habitáculo del silencio yo me impulso para
entreabrir las cortinas de mi corazón y surje el pensamiento
engatusado...En la ceremonia de tus procesiones y en la mácula de mi
ateísmo se va conformando la mañana, fresco de niño montaraz, elevo
los goznes del recuerdo y el alma se convierte en esos momentos en un
fresco romano donde aparecen habitaciones encendidas y apagadas a un
tiempo. En los solares linenses me entrego a la resignación con que
nos mira el callejero gato de la calle Gibraltar.¡Cómo me hacía
yo, tras mis gafitas metálicas estudiantiles de una mirada
escueta, tejiendo la calle de arriba abajo, con el sambenito del
atolondramiento, carcasa de mi cuerpo no deshojado todavía tras los
barrotes de la locura!
¡Qué locura la de crecer, ir pujando en los días ,hacerse un nombre en el calendario! Desde la calle Santa Eulalia voy entonando esta voz aflautada de músicas primeras, elevando mi voz al ritmo primero de Mark Knopfler, saturando la calle rosada las primeras auroras, y camino por el recuerdo en esta ensoñación postrera de violines chirriantes al tiempo que se oye en el tocadiscos a Rachmaninoff! Después me recuesto en el tedio de los primeros catecismos y elevo la voz lejana de las urracas de la sierra de San Pedro!
Ya allí una guitarra ajena lloraba los primeros susurros al ritmo del Wish You were here, de pink Floyd.
Josemari Raya Sánchez
¡Qué locura la de crecer, ir pujando en los días ,hacerse un nombre en el calendario! Desde la calle Santa Eulalia voy entonando esta voz aflautada de músicas primeras, elevando mi voz al ritmo primero de Mark Knopfler, saturando la calle rosada las primeras auroras, y camino por el recuerdo en esta ensoñación postrera de violines chirriantes al tiempo que se oye en el tocadiscos a Rachmaninoff! Después me recuesto en el tedio de los primeros catecismos y elevo la voz lejana de las urracas de la sierra de San Pedro!
Ya allí una guitarra ajena lloraba los primeros susurros al ritmo del Wish You were here, de pink Floyd.
Josemari Raya Sánchez
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