-¿Cómo estas?, preguntó a modo de preámbulo Murray.
-Bien, no puedo quejarme, repuso José.
-Tampoco el tiempo está mal, añadió Murray.
-No, he salido esta mañana y lucía un espléndido sol, dijo José.
-¿Qué fue de Pedro?, inquirió Murray, con un tono neutro en la voz.
-A Pedro lo asesinaron, dijo taxativo José.
- ¿Lo mataron?, exclamó sorprendido Murray.
- Un mal día lo localizaron y lo detuvieron. Se lo llevaron a la jefatura y allí lo torturaron durante tres horas hasta que no resistió más. Murió de un infarto, explicó José.
- Pero...pero...,no acertaba a decir Murray, impresionado por la noticia.
- Pues sí, lo andaban buscando desde hacía meses, y al fin dieron con él, aclaró José.
- Es increíble, Pedro asesinado, se atrevió a balbucear Murray.
- Sí, y lo peor es que se trataba de un error; un error de identificación, volvió a aclarar José.
- Pobre Pedro. Deja mujer e hijos. Y a nosotros, estupefactos, replicó Murray.
- Pues así son los acontecimientos de la vida, afirmó contundente José.
- Así son, amigo, repuso Murray.
- Así son, concluyó José.
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