Espero, que más pronto que tarde, dejes de llorar por él, María. Que ese no vale una lágrima tuya, que más se perdió en la guerra. Que te preñó, sí; que esto te tomó por sorpresa, porque eres muy inexperta, pues... supongo que también, pero agradece que no estás sola. José es un buen chico y te quiere. No será el mejor carpintero del mundo, pero seguro que ayuda con tu hijo. Así que deja de quejarte, móntate en el burro y se van a empadronar a Belén o adonde sea que les corresponda, porque a ese niño le debes por lo menos que lleve dos apellidos. Que encuentre un lugar donde vivir sano y feliz. Así que enjúgate esas lágrimas y te vas preparando para la partida. Toma tus pertrechos, por escasos que sean, y parte pronto. José sabrá consolarte como te mereces. No llores más, María. Sé fuerte. Que el destino te acompañará.
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